Yo era la medianoche de humo,
el pequeño insecto que cantaba entre la hierba del amanecer.
Tú eras el mediodía desnudo,
la mariposa de jade que convocaba a los muertos.

*

Yo era el pedernal que rasgaba la cerrazón nocturna
y abría la puerta de las tormentas;
tú me bañabas con la cascada que manaba de tu resplandor
hasta que ahogaste mis ganas de ser sombra.

*

Yo, que era la chispa del pedernal y de la estrella,
ahora soy la pluma azul que abandona el pájaro en la zarza.
Yo, que era la cinta del rayo,
me hice tan pequeño y gris
que me confundiste con un montoncito de polvo.

*

Estoy harto de tantas sombras desparramadas en mis noches.
Estoy cansado de este solitario truco.

*

Ya no hay velas, incienso,
vino ni sonidos de caricias.
No puedo mitigar el dolor.
No hay lugar donde me sepa.
*

Ahora me siento más solo.
Canto a destiempo los sonidos de tu sombra.

Las noches son más anchas.

Durante los insomnios invento espejismos de un nuevo cielo.